23 de noviembre de 2012

El chico que era esclavo de las abejas y el sueño de los abejorros, la pileta, la caída y mi papà

Bueno, pero ahora supongamos que soy una hormiguita, ¿porque una hormiguita?, no se, me llevo bien con las hormigas, o con los bichos bolita, no tanto con las abejas (aunque con ellas tengo una relación de mutuo respeto. Miedo, hay veces que la palabra respeto en realidad quiere decir miedo. Yo le tengo miedo a las abejas, mucho miedo. ¿Porque, alguna vez me pico una en el ojo, alguna vez tuve que correr cuando vi una, soné alguna vez con abejas?, no, no tan así por lo menos, lo del sueño si puede ser pero no se que recurso usar para abrir un paréntesis adentro de un paréntesis, maldita literatura, al fin, después de años de libertad, me encerró. Yo le tengo miedo a las abejas porque nunca me pico ninguna, jamas. A todos los chicos alguna vez les pico una abeja, porque, como todos sabemos, las abejas son bichos amistosos o indiferentes siempre y cuando no sean molestados por otros bichos. Cuando una abeja se siente amenazada te pica, y para la abeja el acto de picar no es un acto mas de tantos, la abeja pierde la vida si te pica. Podemos discutir si en el reino animal no humano la propia vida tiene tanta importancia, no es relevante porque somos humanos los que escribimos. La cosa es que la abeja si te pica se muere pero no le importa morir, ahora, solamente te pica si se siente amenazada, eso también es difícil de entender, porque como sabemos cuando una abeja se siente amenazada, si intentamos matarla de seguro se va a sentir amenazada, pero también puede pasar que quisieramos verla nomas, pero si se siente amenazada te pica. Eso me decía mi mama y yo le creí, por eso de siempre tuve con las abejas una relación de mucho respeto, también porque sabia que su picadura no era la del mosquito sino que era una picadura fuerte, probablemente no tan fuerte como clavarse un vidrio en el pie, pero si mas fuerte que la del mosquito. Entonces yo, a partir de esos datos trate muy bien a las abejas durante toda mi infancia. Pero lo que paso fue que esa picadura de abeja con el paso de los años se fue haciendo cada vez mas grande, enorme, gigante, y a los doce años ya que me pique una abeja y morir era mas o menos lo mismo. También recuerdo que un momento de mi infancia en el que yo iba a la colonia de vacaciones del polideportivo de colegiales en el que había muchas abejas y ese miedo inicial a la picadura, que se había maximizado con el paso del tiempo pareció esfumarse repentinamente, aunque no del todo. Entable otro tipo de relación con las abejas, una relación de mucha mas cercanía. De hecho las abejas se paraban en mi cabeza y yo se los permitía, no se si por el miedo a que me piquen o si por una cuestión de llevar al máximo la teoría de que si vos sos amigo de las abejas ellas de alguna manera se van a dar cuenta de eso y no solo que no te van a picar sino que van a ser tus amigas, o capaz que porque nunca entendí que a veces hay que correr mas allá de que las abejas te piquen o no. La historia del chico que era esclavo de las abejas la tengo que escribir otro día; como también tengo que escribir otro día el sueño de los abejorros, la pileta y mi papa. Pero ahora...).
Si, ahora soy un pedazo de hoja sobre su hombro, que le pesa, como sabemos, mucho, y sin embargo va, sigue su caminito, hasta llegar al hormiguero, y dejar la comida en un lugar determinado.

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